miércoles, 26 de mayo de 2010

La impunidad es un laberinto

Opinión: La impunidad es un laberinto
Federico Zaa. Coordinador de Medios PROVEA
Miércoles, 26 de Mayo de 2010 –

Según la mitología griega, en la isla de Creta, existió un laberinto y en el habitaba el terrible Minotauro. La criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro se alimentaba con carne humana, el mito puede explicar lo imposible que resulta para la ciudadanía acceder a la justicia en el país.
Innumerables trabas, ausencia de respuestas y el pesado transcurrir del tiempo son sólo algunos de los pasillos por los cuales las personas que exigen justicia tienen que transitar. Por otra parte, el Minotauro espera la máxima ofrenda: la renuncia por parte de los familiares de las víctimas a seguir exigiendo justicia.
Un ejemplo de esos intrincados recorridos es el caso de Mijaíl Martínez, asesinado 26.11.09, por presuntos sicarios. Seis meses después ninguno de los organismos encargados de impartir justicia en el país ha dado una respuesta contundente. Otra vez, el Minotauro ha sido saciado en su apetito.
La indignación, el dolor y la rabia son sentimientos comunes para todas las personas que observan como la inacción de la Fiscalía y cuerpos de seguridad premia, una y otra vez, a los victimarios.
Martínez, un comprometido colaborador del Comité de Víctimas contra la Impunidad del Estado Lara, cayó abatido por dos balas al frente de su casa y a la vista de sus padres. A los días, el presunto autor material de hecho se entregó, en un periódico de Barquisimeto, y después en una serie de hechos y declaraciones incoherentes el presunto implicado desapareció, la tierra se lo tragó.
Esa maldita impunidad que provoca la muerte, reiterada, de los ya caídos es la compañía de miles, que como la familia Martínez, pierden a sus seres queridos.
Junto a Mijaíl los sindicalistas Richard Gallardo, Luis Hernández, Carlos Requena y Jerry Díaz esperan justicia. Junto a ellos Ender, Gonzalo, Alexander y Elvis Mendoza esperan que sus victimarios sean juzgados. Junto a ellos Benito, Narciso, Luis, Rigoberto y Oscar Barrios esperan que el imperio de la ley prevalezca.
Son sólo unos pocos casos y nombres que esperan poder salir de ese laberinto de impunidad, de un universo mucho más amplio.
Un día llegará Teseo armado de su espada y su hilo, vencerá al Minotauro y podrá salir victorioso del laberinto, pero mientras ese día llega la indignación, el dolor y la rabia llenan los corazones de miles de familias en el país que viven un luto que ha durado mucho tiempo y parece eterno.

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